Radamantis: juzgaba las almas de los orientales.
Éaco: juzgaba las almas occidentales.
Minos: tenía el voto decisivo.
En la mitología griega, una gorgona (en griego antiguo ‘terrible’) era un despiadado monstruo femenino, a la vez que una deidad protectora, normalmente se decía que era un monstruo ctónico (del inframundo). Su poder era tan grande que cualquiera que intentase mirarla quedaba petrificado, por ello se solían hacer esculturas de gorgonas en templos o lugares importantes alejarlos del mal, así que muchas veces la gorgona era símbolo de protección o amuleto, pues también aparecen en algunos escudos. Otro poder citado en la mitología griega decía que la sangre del lado derecho de una gorgona podía resucitar a los muertos, mientras la sangre del lado izquierdo era un veneno mortal instantáneo.
Pero esta belleza atrajo a numerosos pretendientes, incluido Poseidón (dios de las aguas y el mar) que la violó en el mismo templo de Atenea. Para Medusa, haber sido violada (justo en el templo en el que ejercía de sacerdotisa) era razón suficiente para dejar la labor, pues un requisito era la virginidad. Pero no solo eso, Atenea se enfureció y los castigó a los dos, a Poseidón lo acusó de criminal ante los otros dioses del Olimpo, y a Medusa la maldijo convirtiendo sus dorados cabellos en serpientes y haciendo que sus ojos petrificasen a quien la viera para ser igual de monstruosa que sus hermanas y que nunca más se acercase un hombre a ella. Hecho esto, Medusa se convirtió a gorgona y fue vagando por el bosque junto a sus hermanas convirtiendo en piedra todo el que osase mirar a cualquiera de ellas.
La más frecuente y aceptada que Perseo se hizo invisible y voló a una cierta distancia siguiendo a Medusa que entró en la cueva de las gorgonas (en otras versiones es un castillo o en la hierba) y fue a dormir. Entonces Perseo esperó un rato para asegurarse de que estaba sumida en un sueño profundo y entró. Se acercó a ella por detrás y de espalda viendo el reflejo del escudo. Atenea guió su mano para asegurar que el primer golpe de espada fuese el definitivo y le cortó la cabeza a Medusa, de ella (de la sangre) nacieron Pegaso (el caballo alado) y el gigante Crisaor. Sus hermanas se despertaron y vieron el cuerpo decapitado de Medusa y, furiosas, buscaron al asesino para vengarse, pero nunca encontraron a Perseo ya que se alejó volando con el casco de invisibilidad.
Su principal labor era proteger los oráculos con pitias, serpientes que representaban la fuerza y no la adivinación. En honor a Esteno y a Euríale se hacían sacrificios, que consistían en llenar con sangre ritual los cimientos de esquinas, pilares y paredes de templos para otorgarles estabilidad y fuerza. El símbolo significativo de Esteno era la serpentina, la letra "S" que representaba la fuerza infinita, el tiempo (a veces era representada con dos caras, una mirando al pasado y la otra al futuro) y las puertas dimensionales al reino de la muerte.
A pesar de ser un monstruo, representa la virtud, la piedad y es la única gorgona con sentimientos maternos. En varias obras se menciona que cuando Perseo decapita a Medusa, Euríale es quien la llora desconsoladamente. Es también la madre de Destino, creadora del mundo del Caos. Según algunas versiones, mantiene relaciones amorosas con Poseidón, resultando madre del centauro Pegaso, aunque ciertos autores argumentan que se trataba de otra Euríale, la hija del rey cretense Minos. Al igual que Esteno, protegía varios santuarios y oráculos en las montañas, (como el Oráculo de Delfos) y también cuidaba de las pitias.
En la arqueológica, se cree que el mito surgió tras los descubrimientos de cráneos de seres gigantes con un orificio enorme en el centro de la cara, lo que hacía que pareciese la cabeza de un hombre con un solo ojo enorme. No obstante, ese podría haber sido el cráneo fósil de un mamut enano, y que ese gran orificio fuese la cavidad de la trompa. Ésta teoría fue propuesta por Othenio Abel, paleontólogo de la Universidad de Viena, en 1914. En la creencia de los helenos de la Edad Oscura, la explicación que dan es los enormes bloques pulidos, llamados ‘estructuras ciclópeas’, que se habían usado en las edificaciones micénicas en lugares como Micenas y Tirinto, sólo podían haberlas construido los Cíclopes, ya que eran los únicos que reunían la habilidad y fuerza necesarias esas construcciones tan monumentales.
Urano temía su fuerza así que decidió encerrarlos en el Tártaro (cárcel cercana al inframundo cuyos prisioneros eran guardados por gigantes, cada uno con 50 cabezas y 100 brazos, llamados Hecatónquiros). Más tarde Cronos liberó a los Cíclopes, junto con los Hecatónquiros y los Gigantes. Le ayudaron a destronar y castrar a Urano, pero Cronos los volvió a encarcelar en Tártaro, con el mismo miedo que había tenido Urano ante ellos. Allí permanecieron hasta que Zeus los liberó de nuevo para que le ayudasen en su lucha contra Cronos y los Titanes. Forjaron rayos para que Zeus los usase como arma y le ayudaron en la guerra. Los rayos, que se convirtieron en el arma predilecta de Zeus, fueron forjados por los tres Cíclopes principales: Arges ponía el brillo, Brontes el trueno, y Estéropes el relámpago. Así los Cíclopes crearon el arma definitiva de Zeus y ayudaron a ganar la guerra.
Para hacer que Polifemo se confiase, le dio un barril lleno de vino muy fuerte sin aguar, diciéndole que era una disculpa por comerse su comida y que por tanto quería que su venganza fuese agradable con ese acompañamiento. Cuando se lo iba a zampar le preguntó su nombre, así que Ulises le dijo que se llamaba Outis, un nombre que puede traducirse como «Ningún hombre» o «Nadie».
Zeus aprovechó esa oportunidad y corrió al mar, nadando con ella a su espalda hasta la isla de Creta. Entonces reveló su auténtica identidad y Europa se convirtió en la primera reina de Creta. El acto amoroso tuvo lugar bajo un plátano, árbol que, según la mitología, debe el que sus hojas sean perennes a este acontecimiento.
Periódicamente se llevaban grupos de jóvenes para ser internados en el Laberinto, y así el Minotauro pudiese saciar sus instintos bestiales, su hambre voraz.
Dédalo tenía tanta envidia de los logros de su sobrino que cuando un día estaban juntos en lo alto del templo de Atenea en la Acrópolis, aprovechó la oportunidad y lo empujó. Pero la diosa, que favorece al ingenio, le vio caer y cambió su destino transformándole en un pájaro bautizado con su nombre, la perdiz. Por este crimen Dédalo fue juzgado y desterrado.![]() |
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